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Un país deshumanizado


Mientras un hombre narraba sus últimas horas de vida, las redes sociales se inundaron de comentarios entre escepticismo y desprestigio. La indolencia y las conjeturas sobre la credibilidad de Oscar Pérez, llevo a muchos a burlarse de la manera más mezquina posible durante el asedio que acabo con su vida; incluyendo periodistas a quienes solía admirar. Si, digamos que eran opiniones personales de cada uno de ellos, pero eso no es excusa-ante cualquier duda- de mofarse públicamente mientras un hombre suplica por su vida, haciendo énfasis en su amor por la patria, por sus hijos. Pasó hasta el último minuto de su vida pidiendo confianza en que no eran un show o un pote de humo. "Dereck, Santiago, Sebastián, los amo con todo mi corazón, hijos. Espero volverlos a ver" En sus ojos se veía la desesperación, luego de varias horas sabía que desafortunadamente no iba a salir con vida pese a que dejó claro que ellos se estaban rindiendo. Mantuvo un mensaje firme en el que llamaba a los venezolanos a luchar por la libertad. ¿Valió la pena que Oscar Pérez diera su vida? Yo estoy convencido de que el murió pensando que sí. Yo, por mi parte no lo creo. Tienen años ejecutando un genocidio silencioso. Cientos de venezolanos muriendo por escasez de medicamentos, víctimas de la inseguridad, pero ayer nos hicieron presenciar una ejecución extrajudicial de la manera más fría y despiadada: En vivo y directo. Para algunos fue motivo de chiste, creo que, para otros como yo, fue motivo de alarma y reflexión sobre el camino que llevamos como sociedad. ¿Dónde está la humanidad? He aquí el resultado de años de propaganda política. Deshumanizar al enemigo poco a poco es la manera más sencilla de hacer todas las salvajadas que quieras con él. Quebrar su voluntad, hacer añicos su confianza, llenarlo de incertidumbre hasta que dude de sus creencias, de sí mismo y de quienes lo rodean. Eso es lo que ha venido haciendo el estado durante los últimos años y eso es lo que vi ayer. Dudar no está mal, creo que nos permite tener despierto ese instinto de querer buscar respuestas. Lo que está mal es que eso nos quite la capacidad de sentir empatía ante los demás. Es urgente que no perdamos la humanidad dentro de cada uno de nosotros.

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